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martes, 12 de marzo de 2013

"Todo ha acabado"

Desde hacía ya un par de meses, notaba que Helena estaba más distante conmigo. Ya no quería abrazarme tanto como antes, ya no me besaba a penas cuando nos veíamos al llegar del trabajo y siempre venía con una colonia distinta a la que se ponía por las mañanas. Llamé a los chicos del club para que mirasen a ver si había algo raro en su rutina, ya fuese en el trabajo o con algún amigo. Y la peor noticia se confirmó a los pocos días de empezar con el seguimiento. Recibí una llamada de Charlie a eso de las tres de la tarde, momento en el cual Helena salía de trabajar para ir a tomar algo antes de retomar la jornada de trabajo.



-Hey, Jack. Soy Charlie. Tengo...una noticia acerca de tu chica que no creo que te guste mucho, pero me siento en la obligación de contártelo.

-Me estas asustando, Charlie. ¿De que se trata? –le dije con una voz algo temblorosa.

-Verás, acabo de ver como Helena sale del trabajo bajo el brazo de un tío algo mas bajito que tú, trajeado. Y van cogidos de la mano.

-¿Estás seguro de que es Helena, de que es mí Helena? –negué levemente con la cabeza.

-Mi vista no me falla, chico. Esas caderas y ese corte de pelo es inconfundible, macho. Estoy observando desde la furgoneta en la calle de enfrente, y estoy usando mis prismáticos. Anthony puede confirmártelo si quieres.

-Chicos, no quiero cagarla con esto. Quiero que esté más que confirmado antes de hacer nada.

-Oye, Jack –era la voz de Anthony-. Te puedo jurar que es tu chica. De todas formas, hemos pagado al camarero para que eche un vistazo. Le hemos mostrado la foto de tu chica para que pudiese identificarla.

-Joder –se me comenzaron a rayar los ojos-. Lo sabía. Sabía que me ocultaba algo, aunque me lo negara todo.

-Jack, lo siento tío. De todas formas, esperaremos a que se vallan para acercarnos al chaval y preguntarle, para sacarnos de dudas.

-Da igual, chicos. Ya es oficial que soy un puto cornudo de mierda. Gracias por todo. Cuidaos.



     Antes de que pudiesen responderme colgué el teléfono y lo lancé tan lejos como pude, estrellándolo contra la pared. Las lágrimas de rabia y dolor no paraban de brotar de mis ojos y recorrer mis mejillas. Apretaba con fuerza las manos, intentando asimilar lo que estaba pasando. Pero no podía, era tanto lo que había pasado con ella que me resultaba algo bastante complicado el pensar que me estaba engañando con alguien del curro.



       Ese día me había fugado de la discográfica para continuar con mi investigación ya que, mi horario era de nueve de la mañana a cinco de la tarde en horario continuo. Teníamos solo una pausa para el bocadillo y ya está, y aún así nos lo daban en la sala de grabación. Lo cual significaba que no sabía de Helena hasta la tarde/noche, que era cuando ella llegaba.



          No tenía a ningún conocido por la zona de su trabajo, se tardaba más o menos una hora y media en llegar si ibas en coche o moto, y había poca cobertura de móvil. Todo era perfecto para una aventura sin limitaciones.


         Estuve un par de horas llorando solo en mi casa y bebiéndome todas las botellas de whiskey que había en la despensa. Recibí un mensaje en mi móvil de parte de Anthony en el que decía: “Acaban de salir del trabajo y se están dirigiendo a la casa de él, pero les hemos perdido en un atasco en la autopista, pero sabemos que vive en una casa amarilla dos manzanas por encima de tu casa. No hagas ninguna locura”. A los pocos segundos de recibir el mensaje me levanté como pude, me acerqué al garaje y cargué la pistola, colocándole el silenciador y guardándola en mis pantalones. Me acerqué a la moto y me monté, arrancándola y acelerando al máximo, intentado ver si llegaba antes que ellos.



       Cuando pasé las dos manzanas, puede ver como ante mí había una serie de casas de madera, todas pintadas en blanco menos una. La había encontrado. Aparqué la moto lo más lejos que pude, pero en un sitio que fuese visible desde lejos, ya que la calle de la casa solo tenía una entrada que hacía a su vez de salida. Me acerqué a la puerta de la casa y entré, tirando la puerta de un fuerte golpe. Tras unos segundos mirando a mi alrededor, y por impulso, volví a colocar la puerta en su sitio, para que al entrar no sospecharan nada. Subí corriendo a la habitación principal y me metí dentro del armario, esperando a que llegasen, con los ojos completamente inundados en lágrimas.



-Como entre por esa puerta... todo habrá acabado –dije para mi mismo, esperando.



       Tras un par de minutos de espera, oí como un coche aparcaba fuera. A los pocos segundos se habría la puerta de la casa y comencé a oír voces, y entre ellas la de Helena algo excitada.



-¿Y que le diré cuando vea que me crece el vientre? –preguntó ella.

-Pues no lo sé, dile que la ultima vez que lo hicisteis se pinchó el condón o algo –oí una voz masculina y luego el sonido de besos.

-Pero según la prueba, el semen es tuyo, ¿qué hago si decide hacerle la prueba del ADN al bebé?

-No lo sé, de aquí a allí tendremos tiempo de pensarlo. Ahora vamos al cuarto antes de que se haga la hora de irte.



      Seguí escuchando besos, gemidos y pasos, seguidos del crujir de los escalones de madera. Al momento, se abrió de golpe la puerta de la habitación y les vi entrar. Ella estaba semi-desnuda, subida a él, besándole con pasión en los labios. Mi ira se desbordó en ese momento, ya no necesitaba más pruebas. Definitivamente su “amor” por mí había desaparecido. Saqué mi pistola del pantalón y de una patada rompí la puerta del armario y les apunté una vez les vi caer en la cama.



-Eres una maldita zorra de mierda –les dije conteniéndome las ganas de vaciar el cargador sobre sus cuerpos.



       Ambos se sobresaltaron con el estruendo de la puerta del armario, quedándose ambos en shock al verme.



-¿Jack? ¿Qué haces tú aquí? –dijo ella tartamudeando.

-Confirmar mis sospechas acerca de lo puta y mentirosa que eres. Y en cuanto a ti, rubiales, no volverás a ver la luz del sol.



     Antes de que el tipo pudiese pronunciar palabra apreté el gatillo dos veces apuntándole a la cabeza, haciendo que su sangre bañase la cara de Helena. Ella comenzó a gritar de pánico, quitándose el cuerpo del individuo aquel de encima y luego mirándome con miedo.



-Jack, por favor... Deja que te lo explique –comenzó a llorar, arrodillándose ante mí.

-No tienes nada que explicarme. Si no me amabas, solo tenías que decírmelo... y no acostarte con el primero que pase. Que menuda coincidencia, el es el tipo de chico ideal para ti, según tú. Rubio y de ojos claros. Perfecto, ¿no?

-Jack... por favor...

-No hay favor que valga... Todo a acabado...



        Me acerqué a ella, obligándola a tumbarse de nuevo en la cama y abriéndole las piernas. La miré a los ojos y luego coloqué la punta del silenciador en su vagina, apuntando de tal forma que el tubo del silenciador, quedase en perpendicular a la cama, apoyándose de lleno en el clítoris.



-Nadie volverá a entrar aquí, si no soy yo...



        Sin pensármelo dos veces apreté el gatillo, disparando tres veces sobre su zona íntima, dejándola completamente encharcada en sangre y gritando de dolor. Me alejé un par de pasos de la cama, mirando como se retorcía de dolor gritando mi nombre.



-Ya nadie podrá hacerte daño nunca más. Ni si quiera yo... –me introduje el cañón del arma en la boca y apreté el gatillo, desparramando mis sesos por las cortinas y paredes.



       Al caer redondo al suelo, y unos segundos antes de que perdiese la vida, pude ver como los chicos del club entraban corriendo en la habitación y se quedaban mirando atónitos la escena. Tras echar un último vistazo a la ensangrentada mentirosa, esbocé una sonrisa y todo se volvió negro para mí.












Si el amor falla en tu vida, si sabes que lo que sientes hacia otra persona esta menguando, desapareciendo, más vale que tengas el valor de decírselo a la cara antes de cometer un error fatal, ya que las cosas pueden acabar peor de lo que te imaginas. La mentira y el orgullo son la auténtica perdición del ser humano”



-Éxort-